viernes, 30 de octubre de 2015

Lucerna y Zurich

Despierta y se mira en el espejo, el reflejo es borroso y dentro de él encuentra infinidad de recuerdos, vivencias, momentos del pasado. El tiempo se detiene, y su corazón vuelve a latir al sentir esa presencia...
 La nostalgia es su compañera inquieta, nerviosa, le acompaña de la mano temiendo marcharse sola. Entre las múltiples experiencias que permite su mundo emocional, realiza  un viaje hacia lo imposible,... hacia el pasado. De repente se siente invadida por imágenes, palabras o sensaciones del ayer, capta que no es un mero ejercicio de la memoria ya que acompañando esos trazos de su vida permanecen emociones que se instalan nuevamente en su interior. Es aquí dónde sus emociones despiertan ese sentimiento que cubre todo su ser con su presencia, como si el tiempo se atorara con el único propósito de meterse en la encrucijada de ser lo que no pudo ser, sometida al quiero y no puedo,  perdida en el laberinto del tiempo sin poder salir de él, sin sufrir, añorando un regreso por el momento imposible...


Los días en Zurich fueron muy tranquilos, la ciudad no tiene muchas cosas para ver, nosotros los aprovechamos para pasear y celebrar.
 Con el post de hoy pongo punto y final y aprovecho para dar las gracias a tod@s los que lo compartieron este viaje conmigo, que de una manera u otra hicieron que fuera especial.
Gracias por vuestro trabajo, vuestra paciencia y colaboración para que yo pudiera publicar.





















Recordar nuestro pasado es sano si sirve para vernos tal y como somos hoy, acordarnos de aquellos que fuimos y observar quienes somos ahora...

Besos!!

domingo, 18 de octubre de 2015

Berna e Interlaken


¡Hola chic@s! después de pasar la tarde en Friburgo, reanudamos el viaje rumbo a Berna...
 La luna fue testigo de la noche tan bonita que pasamos allí...





Gracias a su pintoresca ubicación junto al Río Aare y a los bonitos edificios que bordean las calles empedradas de su casco medieval, Berna es una de las ciudades más bellas de Suiza. Su casco antiguo fue declarado por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad por su arquitectura medieval conservada a través de los siglos.
 Sus calles aún conmemoran a juglares y caballeros frente a su ilustre Torre del Reloj, monumento más antiguo de Berna que reproduce el movimiento de los astros desde 1530. 
En la calle Kramgasse a unos 200 metros de la Torre del Reloj, se encuentra la casa de Einstein, lugar donde el físico revolucionó nuestros conceptos de espacio y tiempo ya que durante los años que vivió allí desarrolló la famosa Teoría de la Relatividad.

Cuenta la leyenda que Berna tomó el nombre de Oso  (Bärn)  por casualidad,  el duque Berthold V decidió bautizar a la ciudad con el nombre del primer animal que abatiera en su siguiente cacería. Este fue un oso y, desde entonces, el peludo animal ha sido santo y seña de esta ciudad durante siglos. Hoy en día el oso en Berna es además una atracción turística y como tal, se ha creado un pequeño parque de osos justo en la zona más bonita de la ciudad.
















Sobre el mediodía dejamos Berna y nos marchamos rumbo a Interleken, comuna del cantón de Berna, situado en el centro de Suiza próximo a los Alpes. El nombre de esta ciudad viene de su posición geográfica (entre los lagos de Thum y Brienz ) por eso lo de " entre dos lagos" o Interlaken.
Para llegar hasta allí circulamos por una bella carretera de montaña en medio de los Alpes,  con vistas a los dos lagos que la separaban, por un lado el lago Thum del que supimos que  sus aguas vienen del glaciar Steingletscher, al otro lado el lago Brienz. Sin lugar a dudas un precioso paisaje que  hizo  que aquella pequeña ciudad entre enormes montañas, glaciares y lagos, se convirtiera en una de mis favoritas.









Vivimos en el mejor de los posibles mundos...


¡Hasta la próxima!
 Besooss!

miércoles, 7 de octubre de 2015

Ginebra, Morges y Friburgo


Que Suiza es el lugar preferido de los ricos para depositar sus fortunas en bancos privados lo sabemos todos, de ahí que el nivel adquisitivo sea tan alto y se puedan permitir ciertos lujos, pero bueno, tengo que reconocer que  tienen un gran país, un poco caro y elitista desde mi punto de vista...
Cogimos un vuelo directo a Ginebra,  la verdad, no conocía a mucha gente que eligiera esta ciudad como destino para pasar sus vacaciones, pero el vuelo salía muy bien de precio, por eso decidimos empezar la ruta allí.
 Pues bien, no tiene nada interesante para visitar, por no tener no tiene ni turismo, pasamos todo el día pateando y no vimos a nadie que lo hiciera, sólo en la Plaza de las Naciones nos encontramos con un grupo de turistas haciéndose la foto típica con la "Broken Chair", o Silla Rota.  Para quien no lo sepa, la Broken Chair es un monumento a la Paz Mundial, una escultura construida con 5.5 toneladas de madera y su imagen exhibe una de sus cuatro patas rota, representa la lucha en contra de las minas antipersonales esparcidas en más de 83 países y que han asesinado y mutilado a más de 20 mil personas.
Lo mejor del día fue la anécdota de encontrarnos con un chico suizo, de padre catalán y madre sevillana que se sorprendió muchísimo al vernos sentados en un banco comiéndonos unos sandwiches. Se nos acercó para preguntarnos de donde eramos, no estaba acostumbrado a ver turistas en la ciudad, y mucho menos a verlos comer frente a uno de los bancos más antiguos de Ginebra, no salía de su asombro!!! jajaja
Hablamos un buen rato con él, nos contó el salario medio que tiene un suizo, lo que cuesta un alquiler, salir a comer o cenar, según él sólo podía salir de fiesta un día al mes, así que imaginaros lo que se puede gastar en sólo esa salida.



Le Jet d´eau







The Broken Chair
                   


El día dio de sí, paseamos y paseamos, nos subimos en bus e hicimos un recorrido en barco por el lago Leman con la tarjeta gratuita que te dan en el hotel para viajar por la ciudad.
 Si viajáis a Suiza os recomiendo que al llegar al aeropuerto cojáis un coche de alquiler y visitéis otros lugares, Ginebra es una pérdida de tiempo, al menos a mí me lo pareció.
Volvimos al aeropuerto, cogimos nuestros coches y nos marchamos dirección Friburgo, no teníamos muy claro si visitar Lausanne, pero sobre la marcha nos decantamos por Morges y Friburgo y fue todo un acierto.



Morges es una pequeña ciudad a orillas del lago Leman cerca de Lausanne, pertenece a la región La Côte una de las zonas vitícolas más grandes de Suiza. Morges fue un importante centro comercial por lo que a finales del siglo XVII se construyó un puerto, el cual sirve aún hoy día como puerto deportivo para yates. El paseo ribereño de Morges transcurre desde el Castillo hasta el Parc de Vertou, ofreciendo una bonita vista al lago y a los Alpes saboyanos.








Friburgo fue una de las ciudades más grandes de la Edad Media capital del cantón y del distrito de Sarine, se encuentra situada en la parte occidental de Suiza. Es una de las tres ciudades bilingües, la mayor parte de su población habla francés mientras una parte minoritaria habla alemán. Las más de 200 fachadas góticas del siglo XV, confieren a su casco antiguo un encanto medieval incomparable.
La ciudad estuvo protegida por una muralla más o menos de 2 km de extensión. Hoy en día aún se conservan resto de esa muralla. Nos impresionó muchísimo su catedral, con unos bonitos  cristales, fue construida a partir de 1283, tiene una torre de 74 metros de altura, a la que subimos y desde la que se obtiene una maravillosa vista panorámica de la ciudad, merece la pena hacerlo, aunque se haga durillo subir sus escalones.
Se considera como una minimetropoli cosmopolita con abundantes facetas por ser una ciudad universitaria muy animada  a la que acuden estudiantes de todo el mundo.
Me gustó muchísimo pasear por sus calles estrechas, ver pequeñas boutiques y tiendas de antiguedades, pero de lo que más disfruté fue de un pequeño paseo por la orilla del rio Sarine.











Viajar es como amar, es un intento de transformar un sueño en realidad....
Un besazo